sábado, 18 de agosto de 2007

Bien, sigamos...

Vagó por la tierra cubierta de nieve durante varios días, sin parar para dormir o alimentarse. Para alimentarse contaba con la grasa que se había aplicado antes de salir de su hogar. El recuerdo de estar junto a ella lo impulsaba a moverse, incrementando su resolución. Era necesario que tuviera éxito. De lo contrario, el mundo olvidaría la suerte de aquella cabaña y los desdichados amantes.
Con la mente llena de pensamientos oscuros, Ulfrgar se detuvo pensativo, y lamió su antebrazo. Estaba muy cansado, y ya casi no tenía grasa. Ya habia lamido rodillas, muslos y glúteos.

Los hombros y espalda eran bastante mas complicados de lamer. No tan complicados como los glúteos, pero complicados en fin.

Estaba empezando a sentirse desesperado: había buscado señales de nutrias durante un lapso de tiempo cuya amplitud desconocía. Sabía que nunca había estado tan a la merced de los elementos como ahora. Por un momento lo invadió el miedo de perderla, de no volver a verla.
Cayo de bruces, con la mirada hacia el cielo. Avanzaban nubes negras desde el horizonte, seguramente enviadas por Vindür, el dios del invierno. Se movían con la rapidez de la nutria joven, que ha comenzado a entender la naturaleza del agua, y lo que el agua representa, por lo que es capaz de fundirse en ella, arrogante, y nadar con la velocidad de la nutria adulta, que, por la gracia de Aquella-que-es-Peluda entiende ya la naturaleza del mundo, así como la naturaleza de la vida, la muerte y el amor, por lo que nadan con la natural seguridad del equilibrio con el entorno, y de la unicidad con los principios de la creación de los dioses, moviendo sus patas con dedos palmeados al compás de la mariposa que completa su metamorfosis, y vuelve a nacer, y del lobo viejo, que habiendo sobrevivido tantos inviernos, se decide dejarse morir, con una sonrisa, en el momento en el que quita la vida a un búfalo blanco, para alimentar su cansado cuerpo. El cielo llorará por ambos.

Con las patas de los niños de Kalvasset se mueve el mundo, y su canción es la canción de la naturaleza de las cosas, el misterioso himno de un equilibrio apenas discernible para los hombres y su carne mortal.

Oyó primero en la lejanía el ruido de alas batiendo. Pudo sentir el miedo del ratón de campo, el miedo del ciervo lanudo, y su propio miedo. Incluso pudo oler el miedo del sauce, pues tal es el horror que causa la llegada de los hijos bastardos del Gran Flamenco. Vió en la lejanía las alas rosadas. Vió los negros picos, ávidos de sangre. Los elegidos de Flonkar llegaban, enloquecidos por el olor de la piel descubierta de Ulfrgar. Su vida pasó por sus ojos, los ojos fijos en las sombras de las alas batiendo contra la luz del atardecer en el fiordo. Recordó el momento en el que conoció a Vanu, una tarde de verano. Él había llegado justo para poder verla disparar una flecha a un racimo de bananas con los cabellos sueltos, negros como hilos de la noche cerrada. La flecha habia golpeado las bananas en el centro, y su corazón había explotado como esas bananas.

El recuerdo lo llenó de ternura, y decidió que viviría.

Su cuerpo se movía sin que él tuviera que darle órdenes. Mientras sus piernas lo llevaban a protegerse detrás de una gran roca, tomó una piedra del tamaño de su puño del suelo, a la carrera, y la marcó con una cruz con su cuchillo. Esperó a que llegaran los horribles pájaros. Al sentirlos cercanos, saltó hacia un lado, lanzando la piedra.

Tuvo el efecto que él esperaba.
Una piedra común practicamente no hubiera hecho daño a una de esas bestias infernales, pero una piedra cuya punta había sido separada por una hendidura en cruz...

Con una explosión de esquirlas de roca, la piedra se partió en cuatro partes al golpear el pecho del pájaro, y cada pedazo se hundió en cada uno de los cuatro corazones que palpitaban bajo esas plumas rosadas. La critura vomitó sangre en el momento, y cayó del cielo, como caen las mismas piedras que la habían destruído.

Las otras aves esquivaron las esquirlas, sorprendidas y luego de un instante, enfurecidas. Ulfrgar aprovechó el momento para atacar a otra de las aves que había cometido el error de pasar cerca suyo. Sus poderosas piernas y musculosos glúteos, formados como los dorados glúteos del dios Kuvatt, lo impulsaron en el aire, para caer sobre el lomo del extraño pájaro de largo pico. El ave-vehículo graznó desesperada, llamando a sus hermanos y hermanas, e intentó morderlo con sus dientes de ave. Pero no pudo evitar que Ulfrgar arrancara sus alas de un tirón.
Cayeron los dos en una lluvia de sangre que bañó a una pobre familia de ratones de campo que miraban la escena, horrorizados. Otro pájaro caído, y los otros comenzaron a dudar. Se alejaron en conjunto, pero volverían cuando se hubieran recuperado. Ulfrgar tomó las alas y se las ató al cuerpo. Su mente era un torbellino de ideas y de decisión. Podía sentir que la diosa le sonreía desde el cielo, y sentía el calor del afecto de Vanu protegiendo su cuerpo del frío.

Casi no se dió cuenta cuando las aves volvieron. Una lo tomó por sorpresa, y con asombrosa rapidez, se estrelló contra él en una explosión de plumas rosas, y consiguió morderle el brazo izquierdo, enloquecida. Con mucho esfuerzo, Ulfrgar pudo clavarle al ave una de sus propias garras en el ojo izquierdo. Ambos aullaron con toda la fuerza que sus pulmones permitían mientras luchaban, pero luego de un momento solo la voz del cazador siguió llenando el claro.

Una vez más, la familia de ratones de campo observaba la escena, con sus pequeñas bocas de ratón abiertas.

Todavía quedaban plumas en el aire cuando el tercer flamenco-demonio dejó de convulsionarse.
El ahora manchado de sangre Ulfrgar supo que no quedaba mucho tiempo para terminar la lucha
Era hora de dar muerte al resto de las aves. Con fuerza y destreza dió un salto al aire, para utilizar con su brazo sano las alas que había arrancado al segundo flamenco, y propulsarse por el cielo a toda velocidad, dejando una estela de sangre y plumas.

Como un poderoso cohete nórdico, Ulfrgar se acercó con rapidez a la faz del monte Ufthar, seguido por los 3 flamencomonios restantes, que, enfurecidos por la osadía del cazador-amante, abrían y cerraban sus picos dentados, disparando rayos de luz. Tras un trecho de persecución infructuosa para los pájaros, llegaron a volar sobre la superficie más estrecha del fiordo,donde los rodeaban paredes rocosas. El hijo de Kalvasset aprovechó el terreno y comenzó a hacer maniobras evasivas, haciendo giros y volando cerca de las salientes. Cuando los flamencos se le acercaban, hizo un giro sorpresivo y pasó a través de una formación rocosa. Dos de los tres flamencos se estrellaron contra la entrada produciendo una explosión enorme, cuyo efecto sobre la superficie del agua luego formaría una gran ola destructora, que probablemente afectaría a las incontables familias de ratones que habitaban la orilla. A Ulfrgar no le importó. Los ratones eran enemigos naturales de las nutrias. Los ratones pedían prestadas cosas a las nutrias que luego no devolvían, y eran muy poco conscientes de los lugares en los que evacuaban. Las nutrias hacían notar frecuentemente estas dos características de los ratones, pero no se hacían responsables.
En algún lugar del cielo, La-De-Pilosa-Espalda sonreía, feliz de que sus hijos no tuvieran que soportar más la suciedad de los ratones.

La última ave era la más grande y horrible de todas: Tenía unos extraños ojos amarillos, detras de los cuales se adivinaba una mente fría y filosa como el acero en un amanecer de Diciembre, templada al fuego del infierno; El pico negro, que al abrirse mostraba al mundo hilera tras hilera de dientes triangulares, cuya forma desgarraba la carne como un cuchillo caliente desgarra a la manteca. Las plumas rosadas, alborotadas y manchadas con la sangre de sus parientes solamente incrementaban la sensación de terror que sentían las almas al completar la silueta del asesino perfecto, el flamenco que trae la noche, ¡el heraldo del sufrimiento prolongado y la muerte!
Las alas de Ulfrgar se partieron con un chasquido, y cayó al agua poco profunda del borde. La silueta negra del gran flamenco pasó por encima de él mientras se levantaba y se preparaba para luchar. El gran flamenco se dió vuelta y lo vió en el agua. Sonrió como solo sonríen los flamencos cuando están apunto de tomar una vida en el nombre de su señor oscuro. Todos los que pudieron oir la horrible risa entrecortada que produjo la progenie de Flonkar, entendieron que ese ruido era el sonido del destino inminente del cazador, y le compadecieron. El cazador miró a la muerte directo a los ojos, mientras ésta se dirigía en picada a acabar con su vida, disparando rayos. Ambos sintieron que el tiempo se detenía en el momento en que sus cuerpos se encontraron. El flamenco podía saborear la sangre de Ulfrgar, que a su vez sintió como su sangre era saboreada. Esa sensación no le gustó, y pidió auxilio a Kalvasset. Sintió como el brazo que no estaba herido se llenaba de calor...

Y le brotaron pelos.

Pelo corto y tupido, como el pelo de nutria.

El pico del pájaro iba dirigido a su corazón, pero pudo frenarlo a tiempo con su mano bendita por la diosa. El pajaro se detuvo en el aire, asustado por la mano peluda, que simbolizaba su perdición. Ulfrgar abrió el pico con las dos manos, y metió su mano dentro del pájaro. Al pajaró no le agradó, e intentó zafarse como pudo, chillando , pero su suerte ya estaba echada. La mano mágica fue el canal a través del cual la diosa de las nutrias otorgó su milagro.
Ambos luchadores fueron rodeados por una luz que los cegó y Ulfrgar pudo oir una voz que le decía: "Tú y tu pareja sois valientes al haberos alejado tanto de vuestro pueblo, y haber venido a habitar mi fiordo preferido. Por la dificil decisión que tomasteis ante la posibilidad de perecer ante el crudo invierno, es mi deseo que vivais aquí, y que seais los guardianes de mi fiordo. Nunca os faltará mi gracia vital, y vuestros hijos serán sanos, y peludos."
Con esto, la diosa se despidió, y al disiparse la luz, Ulfrgar se encontró frente a la pequeña cabaña que llamaba hogar. La mano que había entrado en la oscuridad del temible flamenco-demonio estaba ahora cubierta por un pelo fino y suave. Además, colgando del puño cerrado, había una gran bolsa de membrana de pájaro,llena de grasa de nutria. La apertura de la bolsa estaba cerrada por un pico de flamenco.
La puerta de la cabaña se abrió de golpe, y los amantes corrieron a encontrarse, con lagrimas en los rostros de ambos. Se besaron hasta que el sol cayó, y durante el tiempo que estuvieron afuera, se mantuvieron calientes el uno al otro, sin grasa cubriendo sus cuerpos desnudos ante el viento frío del inmenso Sognefjorden.

Los últimos rayos del sol, que moría para que naciera la luna, iluminaron con su luz dorada las fantásticas nalgas de ambos.

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Bien, esta ha sido la historia que contó mi abuelo.
Una de tantas historias sobre los pueblos cazadores de los fiordos. Tal vez se encuentre en ella el origen de mi familia.

Estoy seguro de que por qué tenemos las manos tan asquerosamente peludas


Espero que hayais disfrutado del chocolate y las ciruelas. Yo necesito un buen trago.

martes, 14 de agosto de 2007

Os contaré una larga historia...

de lo que vino a suceder hace tiempo una noche fría de Noviembre, en una pequeña cabaña en la inmensidad del Sognefjorden. Los dientes del viento helado atraviesan lentamente la corteza, que protege aún del hostil ambiente a los amantes.
Ulfrgar se lavó la cara con grasa de nutria, pensativo. Este invierno estaba resultando el peor que podía recordar. Había construído la cabaña acorde a las recomendaciones de su padre, pero aún estaban perdiendo vital calor, y sus reservas de grasa de nutria estaban peligrosamente bajas. Él había urgido a su esposa que fuera juiciosa con el uso de la grasa:
-Solo debemos utilizar Üttrbasin cuando sea absolutament necesario,es decir , para lavarnos, para cocinar, y en especial para alejar al Flonkar, en el momento en el cual la luna se emborracha con las almas de los que no se guardan de no comer el queso de equino los días sagrados, cuando se siente mayor su ansia de sangre humana.- les había explicado.
Ella había asentido silenciosamente, abandonándose a la memoria de los mandatos divinos que todo buen hija o hijo de "Kalvasset", "Hun-hvem-er-Belagt",o también "La Peluda", conocía tan bien.
"Cuando la luna desaparece, diosa, nos lavaremos con tu regalo a nosotros, para alejar al Flonkar, y a sus envidiosos hijos, que tanto resienten el afecto que nos provees.
Cuando vuelve a nacer la luna, diosa, taparemos los recipientes que contengan tu regalo a nosotros, para que su aroma no nos enloquezca, y nos obligue a bailar en los montes fríos, sin ropa."
El problema era que sin importar cuan cuidadosos fueran con el gasto de grasa, no serían capaces de aguantar hasta que el frío cediera. Cuando la grasa se acabara, vendrían en la noche los hijos del ave-color-de-sangre-sobre-la-nieve, y estarian perdidos, perdidos como el oso que se ha rascado en todos los árboles del bosque, y que luego no puede recordar dónde es que se ha rascado último, por lo que no puede volver atrás, pasando por cada árbol en sentido contrario en el cual fué rascándose. Pero Ulfrgar no era ningún oso.
El era un hijo de Kalvasset, y un cazador experimentado. Sabía que hacer. No permitiría que los pájaros-hombre se llevaran a su amor. Se untó de grasa el cuerpo y besó a Vänu, que aún dormía, en la frente, dejando una mancha ocre en forma de labios sobre su piel.
Antes de salir se frotó las tetillas vigorosamente, para que la diosa lo protegiera de los zorros, que aprovechan su similaridad con las nutrias para engañar a los cazadores, llevándoles hasta trampas que preparan cuidadosamente empujando varios objetos con sus hocicos.

Abrió la pequeña puerta y salió al frío.

Las tetillas se le endurecieron en lo que sentía como pequeños trozos de hierro en forma de tetilla.
Estuvo quieto un momento, y luego se alejó caminando en la dirección que cae el sol.
Ojos extraños observaron los magníficos glúteos bañados por el sol matutino alejarse lentamente...

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Bien...
Ahora es momento de descansar y de chocolate.
La próxima vez que vengais continuaré esta historia, y se revelará lo que sucedió al valiente cazador en su gesta por la lipídica substancia
Mientras tanto disfrutad estas ciruelas pasas.

viernes, 10 de agosto de 2007

A este lugar le falta una chimenea

Mi nombre Jorge Cogartos.

Bienvenidos a mi casa.
Es pequeña, pero tiene una vista fantástica de la playa... y cuando es de noche... si la luna esta llena... a veces puedo espiar a mis vecinos.

No le presteis atención a mi perro, Fabián.
Desde que aquel Trans borracho que volvía de su despedida de soltero, entró aquí por equivocación...
Pues no es el mismo perro.
Yo creo que no debe haber sabido como identificarlo, y eso lo volvió loco.
Cuando desperté al otro dia lo encontré mirando fijo unas bragas. Tenía los mismos ojos que le ví a mi abuelo el día que prendí unos triquitraques en su patio y pensó que los nazis atacaban. Los ojos de alguién que está sumido en su propio infierno interno.

De cualquier forma está progresando.
Algún dia llegaremos, Fabián.

Algún dia.